Historia de la Princesa

 

Los siglos X y XI, especialmente durante el mandato Omeya de Córdoba, fueron de un esplendor sin igual en lo que a la cultura y ciencias se refiere. A pesar de lo que podemos imaginar, hubo un grupo de mujeres musulmanas que destacaron por su saber como poetisas, escritoras y buenas tertulianas en reuniones con varones. Entre ellas destaca sin duda la Princesa Wallada.

Pertenece a la familia real y es nieta del Califa Al Hakan II que durante su reinado representó la época más esplendorosa del califato y de todo Al Andalus; culto, amante de todo tipo de conocimientos y sabores, llegó a tener una biblioteca con más de 400.000 volúmenes traídos de todo el mundo por un equipo de sabios enviados por el Califa. Su corte se convirtió en un auténtico nido de intelectuales, literatos, científicos y de todo tipo de personas dispuestas a dar grandeza y colorido al Califato.
Se tomó gran interés por las capas sociales más desprotegidas de Al Andalus y por la enseñanza pública, ordenó construir un centro de caridad cerca de la Mezquita y 27 escuelas públicas gratis.

Wallada nació en Córdoba en el año 994, a pesar de los disturibios que empiezan con la caída del Califato Omeya, gracias a su nobleza, la princesa recibe una educación ejemplar especialmente en Literatura. Tras la muerte de su padre, el Califa Abderramán Obaidallah al Mustafki, con apenas 17 años y gracias a los fondos que hereda, abre un palacio y salón literario donde ofrece instrucción a hijas de familias poderosas e inicia a esclavas en la poesía, el canto y las artes del amor. El salón se convierte también en un lugar obligado de reunión para los intelectuales y Wallada organiza sesiones poéticas donde se improvisan versos y estrofas llenos de color, ritmo y descripciones en un ambiente distinguido, envuelto en almohadones de seda, copas de vino, el suave sonido del laúd y sútiles fragancias.

 

Una Historia de Amor


La bella Wallada, de cuerpo esbelto, tez blanca, ojos claros, viste a la moda de Bagdad y lleva bordados en los hombros de sus vestidos, en el izquierdo: “Por Allah que merezco cualquier grandeza y sigo orgullosa mi camino”, en el derecho: “doy gustosa mi mejilla a mi enamorado y doy mis besos a quien los quiera”

Ibn Zaydún, joven noble de excelente posición, con gran influencia política y sin duda el intelectual más elegante y atractivo del momento, acude al salón de Wallada.

Una noche de tertulia, se cruzan sus miradas y desde entonces Zaydún visita todas las noches el salón para contemplar la belleza de Wallada. Ella también queda fascinada por la penetrante mirada del poeta y el sonido de su grave voz. Se enamoran y empieza una apasionada historia de amor que deben mantener en secreto, de ahí que deciden expresar sus sentimientos a través de la poesía. Lamentablemente esta relación amorosa es víctima de intrigas surgidas en medio de la violencia política y de una trama orquestada por Ibn Abdús, un poderoso visir del débil califa de turno. Abdús envidioso de Zaydún soborna a una alumna judía de Wallada que pone en marcha todas sus armas de seducción hasta que Zaydún se deja envolver. Wallada con su orgullo dolido, su prestigio dañado y su vida pública salpicada por este escándalo, había sido traicionada por su gran amor y nunca pudo o supo perdonarlo.

El pobre Ibn Zaydún desesperado, se deshizo en explicaciones y disculpas e hizo todo lo posible por obtener el perdón de la hermosa princesa y acabó desolado, muerto de amor.
Wallada acabó viviendo bajo la protección de Abdús pero nunca se casó con él, recorrió Al Andalus exhibiendo su talento poetico y murió en el año 1091 cuando los almorávides llegaron a Al Andalus.

Así termina esta historia de amor en tiempos difíciles.